(...)
ABSOLUTISMO Y RELACIONISMO
Leibniz y Newton
La gran discusión se establece a
la hora de definir las nociones de espacio y de tiempo como objetos verdaderos
por sí mismos (absolutismo), o si su existencia depende de la de otros objetos
reales (relacionismo o relacionalismo). Comenzó entre los físicos Isaac Newton
(a través de su portavoz, Samuel Clarke) y el mencionado Gottfried Leibniz, y
se encuentra recogida en el archivo de la correspondencia Leibniz-Clarke.
Discutiendo contra la posición
del absolutismo, Leibniz propone una serie de experimentos mentales a fin de
demostrar que es contradictorio afirmar la existencia de hechos tales como
localización y velocidad absolutas, con lo que se anticipó en casi 250 años a
las tesis fundamentales de la física moderna. Estas discusiones tienen mucho
que ver con dos principios centrales de su filosofía: el principio de razón
suficiente y la identidad de indiscernibles. El principio de razón suficiente
sostiene que de cada hecho hay una razón que es suficiente para explicar de qué
manera y por qué razón es tal cual es, y no de otra manera distinta. La
identidad de indiscernibles indica que si no hay forma de demostrar que dos
entidades son diversas entonces son una y la misma cosa (o dicho de otra
manera, dos objetos son idénticos, o el mismo, si comparten todas sus
propiedades).
Leibniz propone en su ejemplo dos
universos distintos ubicados en el espacio absoluto. La única diferencia
perceptible entre ellos es que el segundo está colocado cinco pies a la
izquierda del primero. La posibilidad del ejemplo sólo tiene sentido si existe
una cosa tal como el espacio absoluto. Leibniz, sin embargo, la descarta, pues,
si un universo se hallase ubicado en un espacio absoluto no tendría razón
suficiente, dado que dicho universo podría haberse hallado en cualquier otro
lugar. Del mismo modo se contradiría la identidad de indiscernibles, por cuanto
existirían dos universos juntos y perceptibles en todas sus formas e
indiscernibles uno del otro, lo que es una contradicción en sí mismo.
La réplica de Clark (y Newton) a
Leibniz viene reflejada en el “argumento del cubo” (bucket argument): al llenar de agua un cubo colgado de una cuerda y
dejarlo reposar, se observará que la superficie del agua será plana, pero si se
hace girar el cubo sobre sí mismo la superficie se volverá cóncava. Si se detiene
el giro, el agua continuará girando libremente en su interior, y mientras que
las vueltas continúen la superficie seguirá siendo cóncava. Dicha superficie
cóncava no es al parecer atribuible a la interacción del cubo y el agua, puesto
que el agua es plana cuando el cubo está quieto, llega a ser cóncava cuando
comienza a girar, y lo sigue siendo cuando el cubo queda inmóvil.
En esta respuesta, Clarke afirma
la necesidad de la existencia del espacio absoluto para explicar fenómenos como
la rotación y la aceleración, los cuales no es posible explicar con argumentos
puramente relacionistas. Clarke arguye que puesto que la curvatura del agua
ocurre en el cubo que rota, así como en el cubo ya parado, eso sólo es
explicable por el hecho de que dicha rotación se produce en relación con una
especie de tercer espacio o circunstancia absolutos.
Leibniz describe un espacio que
exista solamente como marco de relación entre los objetos, y que no tiene
existencia alguna aparte de esos objetos. Así, el movimiento existe solamente
como relación entre esos objetos. Por su parte, el espacio newtoniano
proporcionó el marco de referencia absoluto dentro del cual los objetos pueden
moverse, pero en el sistema newtoniano el marco de referencia existe
independientemente de los objetos en él contenidos. Estos objetos pueden
describirse como moviéndose en relación al espacio mismo.
Durante varios siglos, la
evidencia de esa superficie cóncava del agua fue prueba de la autoridad de
Newton.
Mach
Otra figura importante en esta
polémica es el físico decimonónico Ernst Mach. Este autor no negó la existencia
de fenómenos como los descritos en el ejemplo del cubo, pero sí la conclusión
absolutista, ofreciendo una respuesta alternativa a aquello respecto de lo cual
rotaba el cubo. Mach sostuvo que eran las estrellas fijas.
Mach sugirió que un experimento
mental como el argumento del cubo era problemático. Si nos imagináramos un
universo que contiene solamente un cubo, con arreglo al ejemplo de Newton, este
cubo podría hacerse girar en relación al espacio absoluto, y el agua en él
contenida formaría la característica superficie curvada. No obstante, en
ausencia de todo lo demás en el universo, sería difícil demostrar que el cubo
estaba, de hecho, girando. En tal caso parece igualmente posible que la
superficie del agua en el cubo permaneciese plana.
Mach arguyó que, en efecto, en un
universo distinto y vacío el agua seguiría estando plana. Ahora bien, si otro
objeto fuese introducido en este universo, quizás una estrella distante, en tal
caso existiría algo en relación a lo cual el cubo se vería rotando. El agua
dentro del cubo podría posiblemente mostrar una leve ondulación. La explicación
de la misma estaría en el aumento del número de objetos en el universo, que
haría aumentar a su vez la concavidad en el agua. Mach añadió que el impulso de
un objeto, ya sea angular o lineal, existe como resultado de la suma de los
efectos de otros objetos en el universo (principio de Mach).
(...)
(Traducción José L. Fernández Arellano -Sürrell-, septiembre 2007)
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